El Humedal de Santa María del
Lago cuenta con un observatorio de aves que está ubicado en el corazón de este ecosistema. Se trata de una estructura en madera desde cuya cúspide se aprecia una panorámica
inigualable. El color de los árboles, el olor a vegetación y el canto de los pájaros
hacen que por un instante uno se sienta en medio de un bosque y no en la ciudad. Allí
me encontré con Angie, Ana, Samuel y Jhon, con quienes participé en una jornada
de lectura al aire libre y avistamiento de aves, promovida por la Red de bibliotecas
de Bogotá, esta fue nuestra experiencia.
Ana Isabel es la mamá de Samuel, ella
piensa que estos espacios son ideales para los niños. “Permite que exploren,
que tengan una visión distinta del mundo, una visión distinta de la vida, ayuda
a que aumente su sensibilidad, a que aumente su disposición a ver cosas en su
entorno que realmente los enriquezcan, estos espacios deberían ser de manera
repetitiva ya que enriquecen no solo el conocimiento sino también el espíritu,
son espacios bien bonitos, alejados de tanta cosa que nos contamina, son
espacios a los que todo el mundo debería acceder”.
“La idea es sacar la literatura
de los espacios comunes como las bibliotecas y llegarle a la comunidad de una
manera diferente, manejando didácticas no convencionales”, afirma Angie Pérez, promotora
de lectura quien tiene la labor de incentivar a los visitantes a que se
interesen por leer un libro en medio de la tranquilidad que se puede llegar a
sentir al interior de un humedal. “Contamos con un catálogo amplio en donde
tenemos textos informativos, novelas, cuentos, historietas, leyendas y mitos,
novelas gráficas, poesía para niños jóvenes y adultos. El horario de los
paraderos de libros para parques son los jueves y viernes de 9 AM a 12 PM,
sábados desde las 12 PM a 5 PM y los domingos desde las 9 AM a las 2 PM, se van
a encontrar con un espacio ameno para la lectura”.
Agradecemos
a Angie por invitarnos al mundo de las letras y la naturaleza. Ahora visitemos el observatorio.
Un experto nos recibe y mientras nos
muestra fotografías describe las características de cada una de las aves que
vamos a tener la posibilidad de observar. Luego de la charla subimos las escaleras
de la estructura en madera y poco a poco frente a nuestras miradas va apareciendo
el imponente verde de los más de 2 mil árboles y arbustos que conforman el lago
mejor conservado de la capital colombiana. Nos apoyamos de unos binoculares y
comienza la expedición. La idea es avistar y luego enfocar con los aparatos,
mantener el pulso y por unos segundos dejarse asombrar por los colores y la
belleza de especies como la Tingua de pico amarillo, el Pato zambullidor, las
palomas sabaneras, el copetón, la mirla y el Colibrí, este último, con su
plumaje violeta azul y verde brillante deslumbró a Samuel Coral, un pequeño
niño que lo vio de cerca y quien emocionado y en medio de su inocencia aseguró que esta
experiencia nunca la olvidará.
“Muy chévere, me divertí y
aprendí mucho de la naturaleza que hay en estos espacios. Me interesó mucho ver
con los binoculares a un colibrí, estoy muy feliz de verlo y espero que le vaya
bien en su vida al colibrí”.
Mientras el grupo se toma su tiempo
para observar la mayor cantidad de especies posibles yo aprovecho para dialogar
con más asistentes. Conozco a Jhon Edison Parrado, un joven que no cuenta con
visión pero si con un gran sentido del oído que le permitió escuchar la lectura
de libros en medio del canto de las aves. “Me pareció muy bonito y muy chévere,
yo vine con varios amigos y compartirnos al aire libre de la lectura y
organizamos grupos para escucharla”.
Al finalizar el encuentro queda
la alegre sensación de haber experimentado algo poco cotidiano y más aún que pueda
vivir en medio de una ciudad tan agresiva con el medio ambiente como lo puede
llegar a ser Bogotá.
Nos despedimos agradecidos con
todos los que participaron en la construcción de esta historia que también se
puede escuchar en el ‘Podcast en bicicleta’.
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